«Bueno es saber que los vasos / nos sirven para beber; / lo malo es que no sabemos / para qué sirve la sed», escribe el poeta Antonio Machado en sus «Proverbios y Cantares». Si hemos sido hechos para el Autor y Señor de la vida, no es extraño que al prescindir de Él, no da esa sed para descubrir que solamente en Él podemos ser satisfechos. Eso le dice Jesús a la mujer que encuentra al lado del pozo en el cuarto capítulo de la Buena Noticia según Juan.
Tras la sintonía de Ruta 66 por Nat King Cole, escuchamos una canción que hizo Elvis Presley para una película de ambiente desértico (Harum Scarum) con la pregunta de si nuestro amor no será quizás un espejismo (Mirage 1965). Stevie Wonder se plantea también en una de sus «Canciones sobre la clave de la vida» si se podrá «saciar toda nuestra sed» (If It´s Magic 1976). y el cantautor uruguayo Jorge Drexler se asombra en su último disco (Tinta y tiempo 2022) que «el corazón esté siempre sediento».
La mujer samaritana que encuentra Jesús nos recuerda a Marilyn. José de Segovia piensa que le diría Él a ella, a la luz de su biografía y las palabras del Evangelio. Escuchamos escenas de la película de Simon Curtis sobre la «Semana con Marilyn» del británico Colin Clark, cuando ella se acababa de casar con el dramaturgo judío Arthur Miller e iba a Inglaterra para hacer una película con el actor shakesperiano Laurence Olivier. Los comentarios son sobre la banda sonora original de Conrad Pope.
El cantante y rapero judío de «reggae» Matisyahu pone a veces música a textos bíblicos como el Salmo 63, para hablar de esa sed de Dios (Tzama L´chol Nafshi 2004). La veterana banda mexicana de rock alternativo Cafe Tacvba busca ese «agua clara que sacie la sed que nos persigue» en 2007. Johnny Cash narra la historia literal del Evangelio en «¡Toma agua para beber!» (Have A Drink of Water). Y la popular cantante cristiana de «country» en los 90 nos habla a ritmo de pop de ese «Hambre y sed» (Hunger & Thirst) en 1993.
Acabamos el programa con otra versión de la popular canción de Steve Taylor, «Jesús es para perdedores» (Jesus Is For Losers) de su álbum en vivo de 1995. En ella, el hijo del pastor bautista, «enfant terrible» de la «música cristiana contemporánea», confiesa que se «arrastra por un desierto en que ruega al Señor que le lleve a un torrente de agua viva». Y esta fluye «por su Gracia de la sangre del cuerpo roto de Jesús a los píes de la cruz».