«Nunca levantó la voz sino para cantar» – Un mensaje a conciencia

La niñita de seis años, vestida de blanco, inició su camino en el culto religioso de la Iglesia Bautista en Filadelfia, Pensilvania, en 1903. Esta joven talentosa fue Marian Anderson, una cantante negra de renombre mundial. A lo largo de su vida, con su excepcional voz, cautivó audiencias en los principales teatros de Europa y en la Casa Blanca de Washington. A su fallecimiento en 1993 a los noventa y siete años, dejó un legado de consuelo y aliento a través de su música. Su alma era su canto, reflejando la importancia de llenar el corazón con positividad y alegría.

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