A quién no le gusta zambullirse en vídeos que nos hablen de cosas interesantes en Youtube. Esta es una de mis aficiones amadas, mientras estudio algún instrumento musical.
Uno de los vídeos que he visto recientemente me llamó muchísimo la atención. Y a raíz de ello os quiero contar la siguiente historia envuelta en misterio.
Óscar Muñoz, aficionado a buscar pequeñas reliquias en los pueblos salitreros en el desierto de Atacama, encontró envuelto en una manta, un pequeño ser momificado de unos 15 cm. Era asombroso porque su proporciones se mostraban similares a las de un ser humano adulto pero embutidos en una criatura diminuta. La momia tiene una dentadura perfectamente desarrollada. El ser tiene 10 pares de costillas a cada lado, a diferencia de un humano normal con 12.Una cabeza ovalada con una protuberancia que le da una apariencia de otro mundo.
Muñoz vendió la momia por 60 dólares al dueño de un pub nocturno que cobraba cuantiosas sumas por hacer fotos a los turistas. La noticia se hizo eco en los medios nacionales, haciéndose cada día más popular. Al ser lo apodaron el hombre de Atacama. Posteriormente, un catalán Ramón Navia-Osorio apasionado ufólogo, lo compró y lo llevó a Cataluña quien la salvaguarda en nuestro país.
Una primera investigación arrojaba datos contradictorios. Efectivamente se trataba de un ser humano pero su tamaño no se correspondía con el desarrollo de sus huesos que concluyeron era el de un niño de 8 años de edad aproximadamente. Los dientes estaban recubiertos de sarro. Posteriormente en el año 2018, un grupo de expertos de la Universidad de Stanford analizaron profundamente el ADN extraído de las costillas del pequeño ser.
Especialistas como el inmunólogo Garry Nolan, el radiólogo pediátrico del Centro Médico Cedars-Sinai de Los Ángeles, Ralph Lachman, autor de un manual sobre enfermedades óseas pediátricas, o Carlos Bustamante investigador en genética de poblaciones y médica de la Universidad de Stanford.
En una reciente publicación de El País Bustamente zanjaba la identidad del ser de Atacama. «El espécimen es 100% humano», “Era una bebita y lo más probable es que muriera al nacer», añade. «Su crecimiento óseo era el de un niño de varios años, lo que nos dice mucho sobre las mutaciones que portaba», completa.
La conclusión fue que el pequeño ser era humano pero con enormes mutaciones. Se podría decir que era el ser humano conocido con más mutaciones en su organismo.