«Creo en Dios como creo en mis amigos», dice Unamuno, «por sentir el aliento de su cariño y su mano invisible e intangible, que me trae y me lleva y me estruja, por tener intima conciencia de una providencia particular y de una mente universal que me traba mi propio destino.» Al pararnos en Ester en esta ruta con José de Segovia por los 66 libros de la Biblia, nos encontramos con un mundo como el nuestro, en que no se menciona el nombre de Dios siquiera, pero su Mano invisible se ve en el misterio de la Providencia que reflejan las canciones y películas de nuestro tiempo, así como en nuestra propia vida.
Comenzamos nuestro viaje con la hija de Nat King Cole, que nos acerca a esa mujer que es Ester, de la que podríamos preguntarnos con Bob Dylan en su disco «Infieles» (1983), «¿qué hace un encanto como tú en un vertedero como este?». La manera en que utiliza el rey Asuro a su esposa Vasti como un objeto de exhibición nos introduce al mundo del harén en que aparece Ester como un objeto sexual al servicio del hombre poderoso. En ese matrimonio observamos como Stevie Wonder en sus «Canciones en la clave de la vida» (1976) que «el amor necesita amor», para ser algo más que una bonita palabra. Raoul Walsh es uno de los grandes artesanos del Hollywood clásico. Su película sobre Esther y el rey (1960) nos muestra la imagen distorsionada que la gente tiene de esta historia.
La tragedia que cae sobre el pueblo judío en el exilio provoca lamento y ayuno, pero no oración. Como en la canción de Héroes del Silencio en su mítico álbum Senderos de traición, «no hay oración capaz de decidir» (1990). En el villano de la historia, Amán, no vemos más que un ser humano hambriento de atención, algo que el hijo de pastor bautista Steve Taylor reconoce en On The Fritz (1985) en la propia iglesia y el afán de popularidad hasta de los músicos cristianos. El antisemitismo que vemos en Ester es el más claro precedente bíblico de las persecuciones que vendrán hasta el Holocausto. Escuchamos el tráiler y una escena de dos películas que reflejan la tragedia desde el punto de vista infantil en dos libros, El niño con el pijama de rayas y Cuando Hitler robó el conejo rosa. «Si hay un Dios, ¿está mirando?», se pregunta el grupo Génesis en «Dime por qué» (1991): «¿Puede darnos un rayo de esperanza en medio de tanto dolor y sufrimiento?».
La entrega de Ester se ha presentado a menudo en términos sacrificiales. «Yo vengo a ofrecer mi corazón», cantaba la argentina Mercedes Sosa en la composición de un jovencísimo Fito Páez. Ester ofrece su vida, pero no con el acto de heroísmo que algunos imaginan, Apunta por ello al verdadero Libertador, que todavía no ha venido. Es la redención que anuncia la fiesta del Purim. Para su celebración canta el grupo de judíos ortodoxos de Nueva York, The Maccabeats, que ha sorprendido al mundo del pop con sus canciones «a cappella». Lo último que oímos es la lección espiritual que del libro de Ester saca el tempranamente fallecido músico cristiano Rich Mullins en «Lo que Dios va a usar»…