Decía el filósofo escocés, Thomas Carlyle, que aquel que tiene fe, nunca está solo. Una afirmación que en estos tiempos de aislamiento global se muestra más real que nunca.
El día 12 de octubre tuvimos la oportunidad de sentir la fe y esperanza de uno de los grandes tenores de la escena contemporánea, el italiano Andrea Boccelli, que ofreció, a propósito de la Pascua, un recital en el Duomo de Milán, , llamado “Andrea Bocelli: Music for Hope”
El maestro toscano de profunda fe cristiana, interpretó algunas obras destacadas del oratorio católico, como el Panis Angelicus de César Franck o el Domine Deus de Rossini, finalizando con el insigne himno protestante del s. XVIII, Amazing Grace, en e que se declara la asombrosa gracia de Dios en un cálido arreglo orquestal que abriga la voz de un Bocelli inspirado. Un momento de gran contraste, ya que se intercalaron imágenes del músico de voz majestuosa, de espaldas al pórtico de la Catedral, con las de ciudades vacías por el confinamiento.
Andrea, a través de su música y su firme fe en la resurrección de Cristo Jesús, congregó virtualmente a más de dos millones y medio de personas de todo el mundo con un cántico lleno de admiración y agradecimiento por la salvación de Dios a la humanidad.
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