Mateo 27 (Cruz) – Ruta 66 con José de Segovia

Si hay algo que entendieron Juan, Pedro y Pablo sobre Jesús, es que para saber quién es Él, tenemos que preguntarnos por qué murió. A eso responde Mateo, cuando dedica nueve de los veintiocho capítulos de su evangelio a su última semana de vida en esta tierra. De hecho, treinta de los ochenta y nueve capítulos de los cuatro evangelios, o sea un tercio, se centran en sus últimos días. ¿Qué pensaríamos hoy de una biografía de trescientas páginas sobre alguien, que dedica un centenar a su muerte? 

A la pregunta de quién mató a Jesús, el espiritual negro que oímos después de la sintonía por Nat King Cole, nos dice que tú y yo, «Estábamos allí cuando crucificaron al Señor». Lo oímos en la versión de Johnny Cash de este cántico afroamericano publicado en 1899 por William Eleazar Barton en sus Antiguos Himnos de Plantación. Eso entendió Leonard Cohen cuando «Pasaba por allí» en el tema que grabó en vivo en Londres en 1972. El poeta y cantautor judío dice que «vio a Jesús en la cruz en el monte llamado Calvario» y le preguntó: «¿No odias a la humanidad por lo que te ha hecho?». Para muchos, como el argentino Fito Páez en su «Mariposa Tecknicolor», «Cristo sigue allí en la cruz». 

La sombra de la Cruz se extiende sobre todas las historias de redención, aunque sus autores no comprendan el sentido único de su sacrificio. Así los dos chicos judíos de Nueva York que hicieron el primer cómic de Superman en 1933 veían al Hombre de Acero como un salvador de los oprimidos. Ya en 1968 un pastor presbiteriano escribe sobre «El evangelio según Superman» negando que Jesús fuera así. La película de Richard Dooner en 1979 no muestra todavía su muerte y resurrección, pero a partir del cómic del 92, «La muerte de Superman», la película de Bryan Singer, «Superman Returns: El Regreso» (2006) muestra claramente esa analogía, El director judío lo ve como «el Jesucristo de los superhéroes». Escuchamos algunas escenas de la película con los comentarios de José de Segovia sobre la banda sonora de John Ottman, basada en la música que compuso originalmente, John Williams. 

Al final de sus llamados «años de Jesús», todavía Bob Dylan se maravilla de que «Le mataron» (1986). La canción es de Kris Kristofferson, quien tuvo una experiencia a principios de los años 70, cuando fue a un culto evangélico después de un concierto con la cantante Connie Smith. Sumido en lágrimas, respondió a un llamamiento al frente del pastor de Asambleas de Dios, Jimmie Snow En esta canción del año 84, Kristofferson compara a Jesús con Gandhi y Luther King, pero dice que es «el único Hijo del Dios Todopoderoso, el Santo». Andrae Crouch confía por eso en «La sangre que nunca perderá su poder». A finales de los años 60, Crouch es uno de los pocos músicos afroamericanos que frecuenta los festivales de rock de la «Gente de Jesús», cuando muchos en el movimiento «hippy» viven una «Revolución por Jesús». En los años 70 Elvis Presley canta una canción suya y Paul Simon incorpora otra a su repertorio, pero acaba grabando con Stevie Wonder, Elton John, Quincy Jones, Diana Ross, Ringo Starr, Michael Jackson o Madonna, a la vez que tiene problemas con la droga y el sexo, pero nunca deja la fe con la que partió de este mundo a principios de 2015. 

La Cruz es más que un mero símbolo para el cristianismo. Está en el propio corazón del Evangelio, como la única realidad capaz de cambiar nuestra vida. Es por ese asombroso intercambio que Él muere en nuestro lugar, para que podamos ser aceptados por Dios. Cubre así nuestro pecado, «Bajo la sangre» que canta Steve Taylor, Este hijo de un pastor bautista revolucionó en los año 80 la llamada «música cristiana contemporánea», como un nuevo Larry Norman. Detrás de todas sus provocaciones y excentricidad, está la confianza de no hay poder como la sangre de Jesús. En ella está nuestra única esperanza. 


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