Mateo 13 (Parábolas) – Ruta 66 con José de Segovia

Las apariencias engañan. No es tan fácil discernir lo verdadero de lo falso. Y menos en el terreno espiritual. Es quizás por eso, que el Señor no ha dado la tarea al creyente la tarea de distinguir quién es un verdadero cristiano y quién no. Aunque Él nos dice que hará esa separación en el Día del Juicio, no hay labor a la que se dediquen ahora con mayor entusiasmo, los evangélicos, que la de juzgar quién es realmente creyente y quién no… 

Te citan una y otra vez aquello de «por sus frutos, los conocerás». Y algunos muestran tal celo en ello, que a quien les parece que no lo sea, ya no dicen que no da evidencias de serlo, o que es un mal cristiano, le llaman directamente «satánico», como si el Señor no hubiera advertido del peligro de atribuir al diablo, la obra del Espíritu de Dios, el único pecado imperdonable… ¡Qué poco hemos entendido la parábola de la cizaña (Mateo 13:24-30)!

El cantautor catalán Joan Manuel Serrat, ahora retirado de los escenarios, pone unos «Versos en la boca» el 2002, sobre el «exilio del que jamás se vuelve / cizaña que deja el vergel yermo / a hierro mata y a hierro muere / así en la guerra como en los celos». No podemos separar todavía el trigo de la cizaña. Eso ocurrirá cuando «Jesús va a estar aquí», canta Tom Waits con su voz cavernosa en 1992. Mientras tanto, «Esperamos el fin del mundo», dice Elvis Costello en su primer disco en 1977, «Mi propósito es sincero». 

Hasta entonces todo parece que se lo lleva el río de la vida, pero Clint Eastwood nos muestra en una de sus más oscuras películas, «Mystic River» (2003), basada en la novela de Dennis Lehane, que «hay historias que los ríos pueden contar y verdades que no pueden esconder». José de Segovia nos habla con la banda sonora original de las vidas devastadas y mentes dañadas de estos chicos de Boston, ante el secuestro y abuso de uno de ellos, que no logra despertar de esa pesadilla en la que vive rodeado de monstruos acechantes. La desaparición de la hija del personaje que encarna Sean Penn, va acompañada desde el principio de evidencias que apuntan a la posible culpabilidad del antiguo amigo que hace Tim Robbins, a medida que avanza la investigación de su compañero de infancia, Kevin Bacon. Como a Hitchcock, a Eastwood siempre le interesa la duda razonable por la que puede ser un falso culpable. De eso nos habla la parábola de Jesús.

Las siguientes historias de Jesús sobre la mostaza y la levadura (vv. 31-43) nos muestran cómo el Reino de Dios puede parecer insignificante en el presente, pero los planes de Dios no se frustrarán, aunque los comienzos sean «Realmente muy pequeños», como canta Esperanza Spalding en 2010. La perla y la red (vv. 45-52) nos hablan de aquello que encierran las aguas, pero tiene un gran valor. El trovador vagabundo de la América de los años de la Depresión, Woody Guthrie, hizo uno de sus «blues hablados» sobre esta pesca en una de sus muchas canciones inspiradas en la Escritura, que tanto influyeron en Bob Dylan. 

Acabamos el programa llamando a buscar «el tesoro» (v. 44), por el que hay que sacrificarlo todo, pero «Puedes conseguirlo si realmente quieres», dice el jamaicano Jimmy Cliff en la canción grabada por Desmond Dekker en 1970, que introdujo el «reggae» en los Estados Unidos. Jesús enseña así (v. 54), sin hacer muchos milagros (v. 58), para que entendamos lo que hay que perder, para ganar a Cristo. Y lo hace por medio de parábolas… 


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