«Magdalena» indica su lugar de origen (Mt. 27:56, 61; 28:1; Mr. 15:40, 47; 16:1, 9; Lc. 8:2; 24:10; Jn. 19:25; 20:1, 18), Magdala, ciudad sobre la costa suroccidental del mar de Galilea. Jesús la liberó de siete demonios (Mr. 16:9; Lc. 8:2); tomó desde entonces su lugar entre los discípulos más devotos.
La primera mención de esta María (Lc. 8:2) sigue poco después del relato de la unción de los pies del Señor por una pecadora en una ciudad de Galilea (7:36–50). Ésta es la razón de que se haya creído que estos dos pasajes se refieren a la misma persona, lo que es muy improbable. Aunque la tradición ha identificado a María Magdalena con la mujer pecadora de Lc 7:37–50, es dudoso que sean una misma persona, puesto que Lucas la presenta en el cap. 8 como una figura nueva en la historia. Además, no es muy probable que → JUANA, mujer de Chuza, intendente de Herodes, se hubiera asociado con una mujer de mala reputación. Esta suposición ha hecho pasar a María Magdalena por una mujer de mala vida. Así su buen nombre ha sufrido, a pesar de que no se pueda justificar la conexión arbitraria entre ambos pasajes.
Al principio del ministerio de Jesús en Galilea empezó a acompañar a los doce y a las mujeres que ayudaban al Señor y a los discípulos con su dinero (Lc. 8:1–3). Estuvo ante la cruz (Mt. 27:56; Mr. 15:40; Jn. 19:25) y estuvo sentada ante el sepulcro cuando fue depositado en él el cuerpo de Jesús (Mt. 27:61). Es a ella que el Jesús resucitado apareció en primer lugar (Mr. 16:9; Jn. 20:11–18); y le encomendó el mensaje de la resurrección.
María de Magdala fue una de los primeros seguidores de Jesús y por cierto merece llamarse discípula. Una mujer enérgica, impulsiva y cariñosa, que no solo viajó con Jesús, sino que también contribuyó a las necesidades del grupo. Presenció la crucifixión y fue a ungir el cuerpo de Jesús la mañana del domingo cuando descubrió la tumba vacía. María fue la primera en ver a Jesús resucitado.
Es un ejemplo de corazón ardiente que vivió agradecida. Jesús la liberó milagrosamente cuando echó fuera de ella siete demonios. En todo cuanto se nos dice de ella, notamos su agradecimiento por la libertad que Cristo le concedió. Esa libertad la llevó a estar al pie de la cruz cuando todos los discípulos, excepto Juan, estaban ocultos por temor. Se mantuvo cerca de su Señor. Después de la muerte de Jesús, su intención fue ofrecerle todo el respeto posible. Como todos los seguidores de Jesús, nunca esperó una resurrección corporal, pero se regocijó en gran manera al descubrir que había resucitado.
María no tenía una fe complicada. Fue directa y genuina. Le interesaba más creer y obedecer que comprenderlo todo. Jesús honró su fe casi infantil, concediéndole el privilegio de ser la primera en verlo resucitado y confiándole el primer mensaje de su resurrección.
Puntos fuertes y logros:
• Contribuyó a las necesidades de Jesús y sus discípulos
• Una de las pocas seguidoras fieles que estuvo al pie de la cruz
• Primera en ver al Cristo resucitado
Debilidades y errores:
• Jesús tuvo que echar de ella siete demonios
Lecciones de su vida:
• Los obedientes crecen en entendimiento
• Las mujeres son vitales en el ministerio de Jesús
• Jesús se relaciona con las mujeres de acuerdo a cómo las creó: reflejando de igual a igual la imagen de Dios
El 3 de agosto, del año 2018, EL PAIS llevaba en sus páginas un interesante artículo con el titulo: “María Magdalena era “una mujer adinerada” y no una prostituta. Una investigación en el yacimiento de Magdala desvela información sobre la vida de la mujer.
Lo firmaba Patricia R. Blanco. (Redactora de EL PAÍS desde 2007. Especializada en desinformación, ha trabajado en Nacional e Internacional y actualmente forma parte del equipo de Nuevas Narrativas. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.
Dicía así : “María Magdalena fue “una mujer adinerada, influyente y clave” en la vida de Jesucristo. Esta es una de las conclusiones de la investigadora Jennifer Ristine en María Magdalena: percepciones desde la antigua Magdala, un libro presentado el pasado 22 de julio que trata de desvelar los misterios de la mujer a la que la Iglesia católica tachó durante siglos de adúltera y prostituta. La integración de las referencias bíblicas e históricas con los recientes descubrimientos arqueológicos hechos en la ciudad de Magdala (actual Migdal, Israel), donde se cree que nació, han permitido a Ristine reconstruir parte de su perfil.
“Durante los tiempos de María Magdalena, Magdala ya era un pueblo próspero en la industria del pescado”, asegura Ristine, directora del Instituto de la Magdalena, en una entrevista por correo electrónico. Las primeras excavaciones se realizaron en los años setenta. Pero fue en 2009 cuando los Legionarios de Cristo compraron un terreno en la zona y “descubrieron la parte norte del pueblo de Magdala”. “Se encontraron una sinagoga del siglo I, una representación del templo de Jerusalén en piedra [la piedra de Magdala], baños de purificación ritual, casas domésticas y un puerto”, explica Ristine.
Jennifer Ristine, autora de ‘María Magdalena: percepciones desde la antigua Magdala’ es una mujer consagrada y miembro del Movimiento Regnum Christi. Originaria de Chicago, dirige actualmente el Instituto Magdalena en Magdala, (Israel). “Mis conclusiones no son necesariamente novedosas. Lo que es único en esta narrativa es la integración de la arqueología en un contexto histórico y geográfico en la vida de María Magdalena”, asegura.
Pero, ¿era o no una prostituta? Ristine considera que ha habido “muchas malinterpretaciones en la vida de María Magdalena”. Los hallazgos arqueológicos de la ciudad bíblica de Magdala, ahora un yacimiento arqueológico con más de 2.000 años de antigüedad, sugieren que se trataba de un enclave rico. Y al integrar en este contexto las referencias bíblicas se puede deducir que María Magdalena era “una mujer adinerada de un pueblo económicamente bien posicionado” y no necesariamente una prostituta, añade la autora. Esta idea se reafirma, por ejemplo, en los versos de Lucas VIII:1-3: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes; Susana y algunas otras, las cuales le servían con sus bienes”.
La Iglesia Católica ha reconocido la santidad de la Magdalena y la ha proclamado santa. En 2016 el papa Francisco la nombró apostola apostolurum, “la apóstol de los apóstoles” —no en vano, según la Biblia, fue la primera en ver a Jesús resucitado— y desde entonces su fiesta litúrgica se celebra el 22 de julio. Y, sin embargo, fue el papa Gregorio Magno, en el año 591, uno de los inductores del calificativo de “prostituta” cuando en su homilía 33 afirmó: “Aquella a quien el evangelista Lucas llama la mujer pecadora es la María de la cual son expulsados los siete demonios, y qué significan esos siete demonios, si no todos los vicios”. Con esta aseveración, el sumo pontífice hizo una fusión de las tres marías: María la pecadora, “que unge los pies del Señor”; María la de Magdala, liberada por Jesús de siete demonios y entre las mujeres que le asisten; y María de Betania, hermana de Marta y Lázaro. “La Iglesia de Oriente cree que son tres mujeres diferentes, mientras que la Iglesia de Occidente cree firmemente en identificarlas como la misma mujer, María Magdalena”, explica Jennifer Ristine.
Pero no fue Gregorio Magno el único responsable. Según la investigadora, algunos autores la han asociado con una mujer mencionada en el segundo siglo en el Talmud y llamada “Miriam Megaddlela”, que significa María con el cabello trenzado. “En la comunidad judía ese título se adjudicaba a una mujer de mala reputación, una adúltera o una prostituta”, añade.
Más allá de si fue o no una meretriz, un estigma del que han intentado liberarla los movimientos feministas, “María Magdalena fue una mujer influyente tanto en lo económico como en lo social; en lo económico porque era una mujer acomodada, y en lo social porque a pesar de crecer y vivir en una sociedad religiosa estricta, decide romper esquemas y seguir a Jesús”, considera Ristine, que cree que la de Magdala es, ante todo “un modelo de liderazgo para las mujeres.
Y todavía queda mucho por descubrir sobre ella. Solo se ha excavado el 15% de la antigua Magdala, de manera que según Jennifer Ristine, futuros hallazgos arqueológicos pueden ayudar a revelar más detalles sobre el pasado religioso de la ciudad natal de María Magdalena y desvelar hechos y verdades de uno de los personajes más misteriosos de los Evangelios”.