José, hijo de Jacob – El personaje bíblico con Rosa Mariscal

Patriarca israelita, hijo decimoprimero de Jacob y su primero con
Raquel. Nació en Padan-aram, lugar de la antigua Mesopotamia, hoy
Irak (Gn 29: 4; 30:22–24).
Nació en Padán-aram (Mesopotamia) seis años antes del retorno de
Jacob a Canaán (v. 25; cfr. 31:41), cuando Jacob tenía 90 o 91 años.
El favoritismo paterno hacia él provocó la envidia de sus hermanos.

Niño aún, se trasladó con sus padres y hermanos a Palestina donde
vivió hasta los 17 años de edad, dedicado a pastorear los rebaños de
su padre, de quien era hijo predilecto (Gn 31:17, 18; 37:2).
Más tarde, debido a esta predilección que Jacob sentía por José y al
hecho de que este contaba a su padre los malos caminos de sus
hermanos mayores, estos le aborrecieron en tal forma que un día lo
vendieron como esclavo a unos mercaderes → MADIANITAS por
veinte piezas de plata. Dijeron a su padre que lo había matado algún
animal (Gn 37:3–36). Los mercaderes lo llevaron a Egipto donde lo
vendieron a → POTIFAR, capitán de la guardia del faraón.
En Egipto, gracias a su inteligencia y honradez, José fue puesto de
mayordomo en la casa de Potifar, su amo (Gn 39:1–4), pero debido a
una calumnia de la esposa de este, lo encarcelaron por largo tiempo
(Gn 39:1–20).

Dios lo bendijo, sin embargo, dándole «gracia en los ojos del jefe de
la cárcel», el cual le nombró guardián de todos los presos (Gn
39:21–23).
En la cárcel José tuvo oportunidad de interpretar los sueños de
dos oficiales del faraón, también prisioneros, lo que después le
proporcionó igual oportunidad de interpretar un sueño misterioso del
faraón. Como recompensa, y en bien de la economía del país, a José
lo sacaron de la prisión para ocupar el cargo de primer ministro en el
gobierno de la nación (Gn 41:1–44). En esta forma llegó a ser el
segundo personaje en la nación. El país prosperó
extraordinariamente bajo su dirección (Gn 41:49).
Mientras ocupaba tan alta posición, José contrajo matrimonio con →
ASENAT, joven egipcia de familia distinguida (Gn 41:45, 46). De esta
unión nacieron dos hijos: → MANASÉS, el primogénito, a quien José
llamó así «porque dijo: Dios me ha hecho olvidar todo mi trabajo, y
toda la casa de mi padre»; al segundo lo llamó → EFRAÍN «porque
dijo: Dios me ha hecho fructificar en la tierra de mi aflicción» (Gn
41:51, 52).
Efraín y Manasés fueron adoptados por Jacob como hijos suyos (Gn
48:8–20) y encabezaron dos tribus de Israel. Una vez conquistada la
tierra prometida, recibieron porciones al igual que sus tíos (Jos
14:4), privilegio otorgado por herencia de tan ilustre padre.
En los días en que José gobernaba en Egipto hubo escasez de
alimentos en las tierras circunvecinas. Jacob envió a sus hijos para
comprar alimentos en el referido país, pues allá había abundancia
gracias a la buena administración de José (Gn 42:1ss). Tal era la
necesidad en los alrededores, que José adquirió para el faraón casi
toda la tierra de Egipto (Gn 41:46–49, 53–57; 47:13–26).

Cuando sus hermanos llegaron, José los reconoció, pero para
probarlos y saber de sus intenciones «hizo como que no los conoció

y les habló ásperamente» (Gn 42:6, 7). Después de una serie de
exigencias, entre las que manifestó su deseo de ver a → BENJAMÍN, el
menor de la familia que había quedado con el padre, José se
despidió de ellos sin haberse dado a conocer.
Los surtió de trigo y comida para el camino (Gn 42:25, 26), y les dio
testimonio de su fe en Dios (Gn 42:18). Al actuar de esta forma tan
severa y fingida, José sentía arder su corazón en amor hacia sus
hermanos; por tanto, se retiró de ellos y desahogó su corazón
llorando (Gn 42:24).

En una nueva visita de sus hermanos a Egipto en busca de pan, José
se reveló a ellos sincera y emocionalmente (Gn 45:1–14). Después
de esta entrevista hizo venir a su padre y a sus hermanos, para que
residieran en Egipto; destinó para ellos la región más rica del país
(Gn 46:1–12).
Cuando Jacob enfermó de muerte, José, junto con sus dos hijos, fue
a visitarlo. Y una vez ocurrido el fallecimiento de Jacob, José
dispuso un largo viaje de toda la familia hasta la Tierra Santa, para
dar a su padre honrosa sepultura en la tierra de sus antepasados. Así
José obedeció la disposición testamentaria de su progenitor (Gn
50:1–14).
Después de la muerte de Jacob, los hermanos de José recelaron de
que este cambiaría de actitud hacia ellos y los tratara con dureza.
Conocedor de este sentimiento, José les dio muestras de su sincero
amor hacia ellos (Gn 50:15–23).
José murió en Egipto a los ciento diez años de edad, una duración de
vida que los egipcios consideraban ideal, y por tanto una señal de la
bendición divina. Lo embalsamaron y pusieron en un ataúd que
conservaron en Egipto (Gn 50:24–26).

Años después, cuando los israelitas ganaron su libertad y partieron
rumbo a Palestina, llevaron consigo los huesos de José (Éx 13:19).
Tan venerables restos viajaron con los israelitas por el desierto; y
una vez conquistada la tierra prometida, los enterraron en la
población de → SIQUEM (Jos 24:32).

La historia de José se encuentra en Gn 30:22–25; 37–50, y es una de
las más emocionantes de la Biblia. José se nos presenta como el hijo
más amado de su padre, el hermano más odiado por sus hermanos y
como el mejor hermano de todos los siglos. Tanto amó a sus
hermanos que les perdonó el haberlo vendido como esclavo, les
salvó la vida y los colmó de bienes, llorando al verlos, después de
larguísima ausencia. José se convirtió en guardián y amigo de todos
los prisioneros.
Fue distinguido estadista, esposo fiel y padre ejemplar, guiado en
todo por el Espíritu de Dios. Mereció mención entre los héroes de la
fe en Heb 11:22 por haber previsto el éxodo de Egipto de su pueblo
y por haber dado «mandamiento acerca de sus huesos». 1

José es, tipológicamente, una notable profecía del Señor
Jesucristo: rechazado por sus hermanos, el pueblo judío, que será
finalmente restaurado por el Señor, mediante el arrepentimiento,
después de haber pasado por juicios. Durante su rechazamiento,
José contrae matrimonio con una mujer gentil, tipo de la Iglesia,
asociada al Señor también en su rechazamiento. (Véanse TIPO,
TIPOLOGÍA.)

Quizá usted se pueda identificar con una o más de estas
penurias por las que pasó José: lo traicionaron y expulsaron de

su familia, se vio en una tentación sexual, lo castigaron por
hacer lo correcto, sobrellevó un largo encarcelamiento, se
olvidaron de él las personas que ayudó. Cuando usted lea la
historia, observe lo que José hizo en cada caso. Su respuesta
positiva transformó cada caída en un paso hacia adelante.
Nunca pasó mucho tiempo preguntándose ¿por qué? Siempre
se decía: «¿Qué debo hacer ahora?» Los que lo conocieron
vieron que en todas las cosa que José hacía y en todos los
lugares donde iba, Dios estaba con él. Cuando usted esté
enfrentado un revés, adopte una actitud como la de José, y esté
consciente de que Dios está con usted. No hay nada como la
realidad de la presencia de Dios para dar una nueva luz a una
situación oscura.


Puntos fuertes y logros:

  • De esclavo se levantó hasta ser gobernador de
    Egipto
  • Se le conocía por su integridad
  • Era un hombre con sensibilidad espiritual
  • Preparó a una nación para sobreponerse a una hambruna
    Debilidades y errores:
  • Su orgullo juvenil le causó fricción con sus
    hermanos
    Lecciones de su vida:
  • Lo que importa no son los sucesos ni las
    circunstancias de la vida, sino nuestra manera de
    actuar ante ellos
  • Con la ayuda de Dios, cada situación puede ser usada
    para bien, aun cuando otros pretendan causarnos daño.

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