El profeta de Zacarías – El personaje bíblico con Rosa Mariscal

Zacarías nació en Babilonia durante el cautiverio y era muy joven cuando regresó a Jerusalén en 538 a.C. El rey Ciro de Persia derrotó a Babilonia en 539 y decretó que los cautivos podían regresar a su tierra natal. Zacarías y Hageo estaban entre los primeros en regresar. Zacarías, profeta y sacerdote, comenzó su ministerio en la misma época que el profeta Hageo (520–518 a.C.). Su primera profecía la dio dos meses después de la primera profecía de Hageo.

El gran propósito del ministerio de Zacarías fue alentar a quienes iban a reconstruir el templo; por eso sus mensajes son profundamente inspirativos. Zacarías dice que la edificación de la casa de Dios es esencialmente una obra espiritual, y que ha de realizarse ‘No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos (Zacarías 4:6).

 En los capítulos 1:1-8:23  escribe sobre ocho visiones que recibió de noche, todas destinadas a dar ánimo al pueblo para que confiaran en que Dios estaba con ellos en su tarea de reedificar el templo. Hizo notables profecías referentes al Mesías: Cristo traicionado por treinta monedas de plata; el costado horadado; el derramamiento de su sangre por los pecados del mundo; las marcas de los clavos; el esparcimiento de los discípulos; la  destrucción de Jerusalén en días del Nuevo Testamento y la segunda venida del Señor. Profetiza la entrada triunfal con estas palabras: ‘Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna. Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra’.

Dios estaba airado con su pueblo porque no habían querido escuchar a sus profetas a lo largo de los años, y estaba preocupado porque no quería que siguieran a los negligentes y falsos líderes que los explotaban. La desobediencia fue la raíz de sus problemas y la causa de sus sufrimientos. Dios era celoso y quería solo la devoción a Él. Dios es celoso de nuestra devoción. Para evitar caer en la ruina como Israel, no siga sus pasos. No rechace a Dios, ni siga falsos maestros, ni descarríe a otros. Vuélvase a Dios, obedezca su Palabra fielmente y asegúrese de que guía bien a los demás. 

Los judíos se desalentaron. Estaban libres del cautiverio, pero aún el templo no se había terminado. Zacarías los alentó para que lo reconstruyeran. Dios protegería y además fortalecería a sus obreros por medio de su Espíritu Santo para llevar a cabo y terminar su obra. Había algo más en juego que la reconstrucción del templo: el pueblo representaba el primer acto del magistral drama de Dios de los tiempos finales. Nosotros, los que creemos en Dios, debemos completar su obra. Para hacerlo debemos tener la ayuda del Espíritu Santo. Dios nos fortalecerá con su Espíritu. 

El Mesías vendrá para rescatar a su pueblo del pecado y gobernar como Rey. Establecerá su reino, conquistará a sus enemigos y gobernará la tierra. Algún día todo estará bajo su control amoroso y poderoso. El Mesías vino como siervo para morir por nosotros. Volverá como un Rey victorioso. En ese tiempo, Él traerá la paz al mundo. Sométase cada uno a  su liderazgo ahora.  

 En los días de Zacarías había oposición al plan de Dios, y él profetizó los problemas del futuro, sin embargo, la Palabra de Dios permanece. Dios recuerda el pacto que hizo con su pueblo. Él se preocupa por su pueblo y lo librará de los poderes mundiales que lo oprimen. A pesar de que el mal sigue presente, el amor infinito de Dios y su cuidado personal se han demostrado a través de los siglos. Dios cumple sus promesas. Si bien nuestros cuerpos pueden ser destruidos, no debemos temer nunca el destino final si amamos y obedecemos a Dios. 

Como Hageo, Zacarías alentó al pueblo a continuar la reconstrucción del templo que llevaba paralizada casi quince años. Zacarías combatió la apatía espiritual del pueblo, la desesperación debido a las presiones de sus enemigos y al desaliento por lo insignificante de los cimientos del templo. El olvido de nuestras prioridades espirituales hoy puede ser igualmente devastador para dar cumplimiento al propósito de Dios. Estemos preparados para el regreso triunfante del Rey. 

El Rey ya viene.

El Mesías vendrá para rescatar a su pueblo del pecado y gobernar como Rey. Establecerá su reino, conquistará a sus enemigos y gobernará la tierra. Algún día todo estará bajo su control amoroso y poderoso.

El Mesías vino como siervo para morir por nosotros. Volverá como un Rey victorioso. En ese tiempo, Él traerá la paz al mundo. Sométase a su liderazgo ahora y prepárese para el regreso triunfante del Rey. 

El libro de Zacarías está al final del Antiguo Testamento, entre el grupo conocido como «profetas menores». Uno de los profetas poscautiverio contemporáneos. Como uno de los tres profetas posteriores al cautiverio (los otros son Hageo y Malaquías), Zacarías sirvió al pequeño remanente de judíos que regresó a Judá a reconstruir el templo y la nación. Al igual que Hageo, alentó al pueblo a terminar la reconstrucción, pero su mensaje traspasó los límites de las murallas físicas y los temas de su tiempo. Con espectacular simbolismo apocalíptico y detalles gráficos, Zacarías habló del Mesías, el que Dios enviaría a rescatar a su pueblo y a reinar sobre toda la tierra. Zacarías es uno de los cuatro libros proféticos más importantes, brindando detalladas referencias mesiánicas que se cumplieron fielmente en la vida de Jesucristo. Anunció que la reconstrucción del templo era solo el primer acto del drama final y la llegada de la era mesiánica. Zacarías predicó un mensaje conmovedor de esperanza para los ex cautivos y los que aún estaban en el cautiverio: ¡El Rey viene! 

Jesús es el Mesías, el prometido «gran libertador» de Isarel. Nosotros, a diferencia de la audiencia de Zacarías, podemos mirar el ministerio y la misión de Cristo. Al estudiar la profecía de Zacarías, vemos detalles de la vida de Cristo que se escribieron quinientos años antes de que ocurrieran. Lea y maravíllese de cómo nuestro Dios cumple sus promesas. Pero también hay un mensaje para el futuro, que aún no se ha cumplido: el regreso de Cristo al final de esta era. Así que cuando leamos a Zacarías, pensemos en las implicaciones de este acontecimiento prometido: ¡Tu Rey vendrá! Y reinará por siempre y siempre. 

Dios conoce y dirige el futuro. Quizás nunca veamos un momento futuro, pero podemos tener seguridad si confiamos en Él. Leamos Zacarías y fortalezcamos nuestra fe en Dios, únicamente Él es nuestra esperanza y seguridad.

Bibliografía:

La  Biblia del Diario Vivir 


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