En su relato, Carlos Rey nos transporta a aquel fatídico 11 de marzo de 2004 en el que Madrid fue sacudido por una masacre terrorista. Once bombas, distribuidas en cuatro trenes de cercanías, segaron la vida de 191 personas y dejaron casi 2.000 heridos. Este fue el mayor ataque perpetrado en la capital española, y los terroristas justificaron su atrocidad en el nombre de Dios.