Job – El personaje bíblico con Rosa Mariscal

Job era un próspero granjero que vivía en la tierra de Uz. Tenía miles de ovejas, camellos y ganado, una familia grande y muchos sirvientes. Repentinamente Satanás, el acusador, llegó ante Dios declarando que Job confiaba en Él solo porque era rico y todo le salía bien. Y entonces comenzó la prueba de fe para Job.

Se le permitió a Satanás destruir a los hijos, a los siervos, al ganado, a los pastores y la casa de Job; pero él continuó confiando en Dios. Después, Satanás atacó a Job físicamente, llenándolo de diviesos dolorosos. La mujer de Job le dijo que maldijera a Dios y muriera (2.9), pero él sufría en silencio.

Tres de los amigos de Job —Elifaz, Bildad y Zofar— llegaron para visitarlo. Al principio se lamentan con Job en silencio. Pero, cuando comienzan a hablar acerca de las razones de las tragedias de Job, le dicen que el pecado causó su sufrimiento y que debe confesar sus pecados y volverse a Dios. Pero Job mantiene su inocencia.

Incapaces de convencerlo de su pecado, los tres hombres permanecieron en silencio (32.1). En este punto, otra voz —del joven Eliú— entró en el debate. A pesar de que su argumento fracasó en convencer a Job, preparó el camino para que Dios hablara.

Finalmente, Dios habló por medio de un torbellino. Confrontado con el gran poder y majestad de Dios, Job cayó, sin habla, en humilde reverencia ante Él. Dios reprendió a los amigos de Job y el drama terminó con Job que ha recuperado su felicidad y su riqueza.

Es muy fácil pensar que tenemos todas las respuestas. En realidad, sólo Dios sabe exactamente por qué las cosas suceden de un modo determinado, y debemos someternos a Él como nuestro Soberano. Cuando lea este libro, imite a Job y decida confiar en Dios sin importar lo que suceda.

Sin ninguna razón atribuible a él, Job perdió su riqueza, sus hijos y su salud. Hasta sus amigos estaban convencidos de que los sufrimientos se los había acarreado él mismo. Para Job, la prueba más grande no fue el dolor o la pérdida, sino no poder ser capaz de comprender por qué Dios le había permitido sufrir.

Satanás intentó sembrar cizaña entre Job y Dios al intentar que Job creyera que la forma de Dios de gobernar al mundo no era justa ni buena. Satanás tuvo que pedirle permiso a Dios para quitarle a Job su riqueza, sus hijos y su salud. Estaba limitado en su actuar a lo que Dios le permitiera.

Dios es omnisciente y omnipotente. Su voluntad es perfecta aun cuando no siempre actúe en una forma que podamos comprender. El sufrimiento de Job no tenía sentido debido a que todos pensaban que la gente buena debía prosperar. Cuando Job estaba al borde de la desesperación, Dios le habló, mostrándole su gran poder y sabiduría.

Los amigos de Job tenían la certeza de que su juicio hacia Job era correcto. Dios los reprendió por su soberbia y arrogancia. La sabiduría del hombre siempre es parcial y temporal, por lo tanto, la indebida soberbia respecto de nuestras propias conclusiones es pecado.

Sólo Dios sabía el propósito detrás del sufrimiento de Job, y aun así nunca se lo explicó a él. A pesar de eso, Job nunca renunció a Dios, aun en medio del sufrimiento. Nunca depositó su esperanza en su sabiduría, experiencia, en sus amigos o en su riqueza. Siempre se centró en Dios.

El sufrimiento puede ser un castigo por el pecado, aunque no siempre es así. De la misma forma, la prosperidad no siempre es una recompensa por ser bueno. Aquellos que aman a Dios no están exentos de problemas. Aunque quizás no podamos comprender completamente el dolor que experimentamos, nos puede llevar a redescubrir a Dios

Debemos aprender a reconocer y a no temer a los ataques de Satanás ya que no puede exceder los límites que Dios establece. No permita que ninguna experiencia abra una brecha entre usted y Dios. Si bien no puede controlar la forma en la que Satanás ataca, siempre puede elegir la forma en la que responderá cuando esto suceda. 

Debemos tener cuidado de no juzgar a los que sufren. Podremos estar demostrando el pecado del orgullo. Debemos ser cautos en mantener la certeza de nuestras propias conclusiones acerca de la forma en la que Dios nos trata. Cuando nos felicitamos a nosotros mismos por tener razón, nos volvemos orgullosos. 

Aunque Dios está presente en todas partes, en momentos nos puede parecer muy distante. Esto puede hacer que nos sintamos solos y dudar de que se interese en nosotros. Debemos servir a Dios por quién es Él, no por lo que sintamos. Nunca es insensible a nuestro sufrimiento. Porque Dios es suficiente debemos asirnos de Él. 

Job mostró la clase de confianza que debemos tener. Cuando perdamos todas las cosas, debemos reconocer que Dios es todo lo que realmente tenemos. No debemos pretender que Dios nos explique todo. Él se nos da a sí mismo, pero no nos da todos los detalles de sus planes. Debemos recordar que esta vida, con todo su sufrimiento, no es nuestro destino final. 

Los niños nunca se cansan de preguntar «¿por qué?» Mientras más crecemos, menos nos gusta preguntar. Los niños preguntan acerca de todo, los adultos se preguntan acerca del sufrimiento. Es evidente que el mundo funciona de acuerdo a un sistema de causa y efecto, sin embargo, hay algunos efectos para los que no podemos encontrar una causa clara y algunas causas que no nos llevan a los efectos esperados. Era de esperar que la riqueza y la familia de Job le darían una vida muy feliz y, por un tiempo, se la dieron. Pero la pérdida y el dolor que experimentó nos impacta. Los dos primeros capítulos de su historia son algo más de lo que podemos soportar. Para aquellos que ante el más pequeño problema preguntan rápidamente «¿Por qué?», la fidelidad de Job les parecerá increíble. Pero hasta Job tuvo algo que aprender. Nosotros podemos aprender con él. 

   Nuestra era, en donde todo es «instantáneo», nos ha hecho perder la capacidad de esperar. Pretendemos adquirir paciencia en forma instantánea, y en nuestra prisa, pasamos por alto la contradicción. De todo lo que queremos ahora, el consuelo para el dolor está al principio de nuestra lista. Queremos una cura instantánea para todo, desde el dolor de muelas hasta las angustias del corazón. 

Aunque algunos dolores han sido curados, seguimos viviendo en un mundo donde mucha gente sufre. Job no estaba esperando respuestas instantáneas para el intenso dolor físico y emocional que soportó. Pero al final, lo que quebrantó su paciencia no fue el sufrimiento, sino el no saber por qué sufría. 

Cuando Job expresó su frustración, sus amigos tenían listas sus respuestas. Creían que la ley de causa y efecto se aplicaba a todas las experiencias de la gente. Su punto de vista acerca de la vida se redujo a: las cosas buenas le suceden a la gente buena y las cosas malas a la gente mala. Debido a esto, sintieron que su rol era ayudar a Job a que admitiera que lo malo que había hecho había originado su sufrimiento. 

En realidad, Job miraba la vida casi de la misma manera que sus amigos. Lo que no pudo comprender era por qué estaba sufriendo tanto cuando tenía la seguridad de que no había hecho nada para merecerlo. El último de sus amigos, Eliú, ofreció otra explicación para el dolor al señalar que Dios estaría permitiendo el sufrimiento para purificar a Job. Pero eso fue útil sólo en parte. Cuando finalmente Dios habló, no le dio una respuesta a Job. En cambio, recalcó que es mejor conocer a Dios que conocer las respuestas. 

A menudo sufrimos las consecuencias de malas acciones y decisiones equivocadas. La disposición de Job para arrepentirse y confesar lo que sabía que había hecho mal es una buena pauta para nosotros. A veces el sufrimiento nos moldea para un servicio especial hacia los demás. A veces el sufrimiento es un ataque de Satanás en nuestra vida. Y a veces, no sabemos por qué sufrimos. En todas esas ocasiones, ¿estamos dispuestos a confiar en Dios aunque nuestras preguntas no tengan respuesta? 

   Puntos fuertes y logros: 

    •      Era un hombre de fe, paciencia y resistencia 

    •      Era conocido como una persona generosa y sensible 

    •      Era muy rico 

   Debilidades y errores: 

    •      Permitió que su deseo de entender por qué sufría lo abrumara y lo llevó a dudar de Dios 

   Lecciones de su vida: 

    •      Conocer a Dios es mejor que conocer las respuestas 

    •      Dios no es arbitrario ni insensible 

   •      El dolor no es siempre un castigo 

Bibliografía:

Biblia del diario vivir.


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