“ADÁN”- El personaje Bíblico con Rosa Mariscal

Adán fue el primer hombre que jamás haya existido (Génesis 1:27; 1 Corintios 15:45). Dios lo creó como el primer ser humano y lo colocó en el jardín del Edén diseñado sólo para él (Génesis 2:8, 10). Adán es el padre de toda la humanidad; cada ser humano  es descendiente directo de Adán, y es a través de Adán que cada ser humano ha heredado una naturaleza pecaminosa (Romanos 5:12).

En la creación Dios habló para que todo en el universo existiera (Génesis 1). Pero en el sexto día, Dios hizo algo diferente. Él se ensució con el polvo de la tierra y formó a Adán del barro (el nombre Adán está relacionado con adamah, la palabra hebrea que significa «tierra» o «lodo»). Luego, Dios sopló Su aliento en la nariz del hombre, y el hombre se convirtió en un «ser viviente» (Génesis 2:7). 

El aliento de Dios es lo que separa a los seres humanos del reino animal (Génesis 1:26-27). A partir de Adán, desde ese momento cada ser humano creado tiene un espíritu inmortal, así como Dios.   El Trino Dios creó un ser semejante a Él, para que el hombre gobernara la tierra, pudiera razonar, reflexionar, intuir, elegir su propio camino, etc., ; lo creo con completo libre albedrio.

Sabemos que Adán fue una persona real y no una alegoría, porque de él se habla como una persona real durante todo el relato bíblico (Génesis 5:1; Romanos 5:12-17). Y, además el evangelista Lucas, el gran historiador, registra el linaje de Jesús remontándose hasta Adán  (Lucas 3:38)

    Es difícil imaginarnos cómo se sentiría Adán siendo la primera y única persona en la tierra. Una cosa es que nosotros nos sintamos solos; para Adán, que nunca había conocido a otro ser humano, era otra cosa. Él se perdió de muchas cosas que nos hicieron como somos ahora: no tuvo niñez, ni padres, ni familia,

ni amigos. Tuvo que aprender a ser humano por su cuenta. Afortunadamente, Dios no permitió que luchara demasiado tiempo antes de presentarle una ayuda y compañera idónea: Eva. Formaron una unidad completa, inocente y abierta, sin una pizca de vergüenza en nada. 

Una de las primeras conversaciones de Adán con su agradabilísima y bella compañera debieron haber sido las reglas del huerto. Antes de que Dios creara a Eva, ya le había dado a Adán completa libertad en el huerto, junto con la responsabilidad de vigilarlo y cuidarlo. Sin embargo, un árbol estaba fuera de los límites: el árbol del conocimiento del bien y del mal. Adán debió haber hablado con Eva sobre todo esto. Ella sabía, cuando Satanás se le acercó, que el fruto de ese árbol no se debía comer. Sin embargo, decidió comer el fruto prohibido. Más tarde se lo ofreció a Adán. 

  Sin embargo, en el caso del pecado del hombre, Dios ya había puesto en marcha un plan para vencer los efectos de la rebelión. La Biblia entera es la historia de cómo se desarrolla ese plan, con la visita de Dios a la tierra a través de su Hijo Jesús como parte esencial. La vida sin pecado de Jesús y su muerte hicieron posible que Dios ofreciera el perdón a todos los que lo quisieran. Nuestras acciones de rebelión, ya sean pequeñas o grandes, demuestran que somos descendientes de Adán. Únicamente el pedir el perdón de Jesucristo nos hace hijos de Dios. 

Adán vivía en un jardín plantado por Dios, con animales a los que debía poner nombre.¡ Y a Dios le pareció bien cada nombre que Adán escogió! . Pero la vida en el jardín del Edén era solitaria. A diferencia de los animales, Adán no tenía pareja  “Y dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para el”. (Gn. 2:18) Así que puso Dios al primer hombre a dormir y creó a la mujer de una de sus costillas. 

Dios los colocó en su mundo perfecto, solo con una restricción: “ 

Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás ; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. (Génesis 2:16-17). 

Tenía que estar presente la elección de la obediencia o desobediencia al mandamiento de Dios, porque sin esa capacidad de elegir, los seres humanos no serían completamente libres. Y Dios había creado a Adán y a Eva como seres verdaderamente libres, y les permitió hacer una elección con plena libertad.

Adán y Eva vivieron en perfecta paz el uno con el otro, Ninguna desavenencia conyugal estropeó sus días. Podría decirse que era una relación ideal “por los cuatro costados”. Vivían en el paraíso. ¿Qué podía salir mal?

Dios puso a Adán y su esposa Eva en el huerto del Edén, dándole mandamiento de no comer del «árbol de la ciencia del bien y del mal» para no morir.  Pero, Génesis cp. 3 detalla el relato de la elección de Eva y Adán para pecar. Una astuta serpiente (Satán) engañó a Eva, la cual comió del fruto prohibido, y viendo que era «bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría», dio también a su marido. 

Adán debió haber retenido su mano, cuando Eva le ofreció un fruto sospechoso de proceder del único árbol del jardín, que Dios les había prohibido. Pero, no lo hizo. Debió decir que era mejor obedecer a Dios porque su pensamiento hacia el hombre es el perfecto, no el de Eva, y que era mejor seguir el de Dios. Pero tampoco lo hizo.

De repente, los dos únicos seres del planeta se dieron cuenta de que estaban desnudos. ¡Alguien como Dios podía verlos!. Así que se hicieron ropas de hojas de higuera para cubrir su desnudez. Cuando Dios pasó por el jardín esa noche, la pareja se escondió de él. Por primera vez temieron a su Creador, su desobediencia les separó de su Creador. Aunque  Adán le dijo a Dios que tenía miedo porque estaba desnudo, era su condición de pecado la que le hacía temer, no su condición de desnudez.

Eva se apresuró a culpar a la serpiente que la había tentado a comer el fruto. Dios maldijo justamente a la serpiente; pero Adán y Eva no escaparon del castigo. Eva recibió el dolor en el parto y el deseo de su esposo. Dios le dijo a Adán : Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás” La vida se volvió drásticamente distinta de las facilidades y comodidades que habían experimentado en el jardín.

Dios expulsó a la pareja del jardín para que no comiera del árbol de la vida y vivieran separados de Dios eternamente. Y ahí mismo, en esa conversación, (en Gn. 3:15) Dios dio a la raza humana la promesa de un Salvador que les redimiría del pecado, y les daría acceso a la comunión con Dios. Esta promesa de Dios tuvo su cumplimiento cuando Cristo murió en la cruz del Clavario, por nuestros pecados (1ª P. 2:24; 3:18).

Tanto Adán como Eva desobedecieron las órdenes de Dios y comieron del árbol que el Señor había prohibido (versículo 6). En ese acto específico de desobediencia, le dieron lugar al pecado y a todas sus consecuencias en el mundo perfecto de Dios. A través de Adán, el pecado entró al mundo, y con el pecado entró la muerte (Génesis 3:19, 21; Romanos 5:12).

La restricción que Dios puso al hombre era exclusivamente para su bien, como todo lo que dice actualmente en su Palabra. La desobediencia a Dios, priva al hombre de la comunión con Dios.

El pecado lo realiza todo aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace (Stg. 4:17). El pecado separa al hombre de Dios (Is. 59:2).

El  pecado tiene como consecuencia la muerte (Ro. 6:23)

Adán y Eva recibieron de Dios mandamiento de fructificar y multiplicarse, llenar la Tierra y gobernarla.  La descendencia de la pareja llegó una vez fuera del Jardín del Edén. Caín fue el primer hijo de ambos y el primero en nacer en el mundo que conocemos. Asimismo, fue el primero en fundar un asentamiento de seres humanos. Tiempo después llegaría un hermano para Caín, Abel. Y finalmente llegaría Set, a quien se le han atribuido 912 años de vida. De Adán, se ha dicho que vivió 930 años.

A diferencia de Adán, nosotros no tenemos que comenzar algo totalmente nuevo. Todos hemos tenido alguna persona, hombre o mujer, al que podemos admirar porque nos ha mostrado amor al enseñarnos el camino que conduce a Dios. Y gracias a ellos conocemos los peligros del pecado, quizás porque hemos caído en su trampa más de una vez.

El fracaso de Adán en el paraíso nos dejó con una naturaleza llena de pecado que a todos nos atrapa con demasiada frecuencia.

Pero la caída de Adán no fue la última palabra: “Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1ª Co. 15:22). Lo que nosotros por nuestra debilidad no podíamos hacer, Jesús lo hizo al morir por nosotros en la cruz. En Cristo-Jesús tenemos nueva vida.

 Además de ser una persona real, Adán también es el prototipo para todos los seres humanos venideros. Jesús, nacido de una virgen y concebido sin pecado, es «el segundo Adán» (1 Corintios 15:47). El primer Adán trajo el pecado al mundo; el segundo, trajo la vida (Juan 1:4). Jesús, nuestro segundo Adán, brinda un nuevo nacimiento (Juan 3:3) con una nueva naturaleza y nueva vida para aquel que cree (2 Corintios 5:17; Juan 3:16-18). Adán perdió el paraíso; Jesús lo ha  recuperado para toda la raza humana que crea en El.

Sin embargo, en el caso del pecado del hombre, Dios ya había puesto en marcha un plan para vencer los efectos de la rebelión. La Biblia entera es la historia de cómo se desarrolla ese plan, con la visita de Dios a la tierra a través de su Hijo Jesús como parte esencial. La vida sin pecado de Jesús y su muerte hicieron posible que Dios ofreciera el perdón a todos los que lo quisieran. Nuestras acciones de rebelión, ya sean pequeñas o grandes, demuestran que somos descendientes de Adán. Únicamente el pedir el perdón de Jesucristo nos hace hijos de Dios. 

Jesús dijo a los que creían en El: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:1-3)

    Puntos fuertes y logros: 

     •      Fue el primer zoólogo: le dio nombre a los animales 

     •      Fue el primer diseñador de jardines, a cargo de vigilar y cuidar de él 

     •      Es el padre de la raza humana 

     •      Fue la primera persona hecha a la imagen de Dios y primer humano que tuvo una relación íntima y personal con Él 

    Debilidades y errores: 

     •      Evadió la responsabilidad y culpó a otros; prefirió esconderse a enfrentarse; se excusó en lugar de confesar la verdad 

     •      Su más grande error: hacerse cómplice de Eva para traer el pecado al mundo 

    Lecciones de su vida: 

     •      Como descendientes de Adán, todos reflejamos hasta cierto grado la imagen de Dios 

     •      Dios quiere que las personas, aunque tienen libertad de hacer el mal, opten por amarlo a Él. 

     •      No debemos culpar a los demás de nuestras propias faltas 

     •      No podemos escondernos de Dios 

Bibliografia: Biblia del Diario Vivir


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