Job – El personaje bíblico con Rosa Mariscal

Job es el primero de los libros poéticos de la Biblia
hebrea. Algunos creen que este es el primer libro de la
Biblia que se escribió. El libro nos da indicios de la obra de
Satanás. Ezequiel 14.14, 20 y Santiago 5.11 mencionan a
Job como un personaje histórico.

Este libro de Job ocupa su lugar propio, sin conexión con
ningún otro libro de la Biblia. Muchas copias de la Biblia
Hebrea lo sitúan detrás del libro de los Salmos; otras,
detrás del de Proverbios. Pero su puesto apropiado es el
que tiene en nuestras Biblias, al frente de los libros
poéticos y sapienciales. Al ser un libro de doctrina, está
bien que preceda al de Salmos, que es devocional, y al de
Proverbios, que es pragmático, porque ¿cómo podremos
rendir adoración y obediencia a un Dios a quien no
conocemos bien?

El propósito del libro es demostrar la soberanía de Dios y
el significado de la fe verdadera. Plantea la pregunta
«¿Por qué sufren los justos?»

Job era un próspero granjero que vivía en la tierra de Uz.
Tenía miles de ovejas, camellos y ganado, una familia
grande y muchos sirvientes. Repentinamente Satanás, el

acusador, llegó ante Dios declarando que Job confiaba en
Él solo porque era rico y todo le salía bien. Y entonces
comenzó la prueba de fe para Job.

Se le permitió a Satanás destruir a los hijos, a los siervos,
al ganado, a los pastores y la casa de Job; pero él
continuó confiando en Dios. Después, Satanás atacó a Job
físicamente, llenándolo de diviesos dolorosos. La mujer
de Job le dijo que maldijera a Dios y muriera (2.9), pero él
sufría en silencio.

Sin ninguna razón atribuible a él, Job perdió su riqueza,
sus hijos y su salud. Hasta sus amigos estaban
convencidos de que los sufrimientos se los había
acarreado él mismo. Para Job, la prueba más grande no
fue el dolor o la pérdida, sino no poder ser capaz de
comprender por qué Dios le había permitido sufrir.

El sufrimiento puede ser un castigo por el pecado, aunque
no siempre es así. De la misma forma, la prosperidad no
siempre es una recompensa por ser bueno. Aquellos que
aman a Dios no están exentos de problemas. Aunque
quizás no podamos comprender completamente el dolor
que experimentamos, nos puede llevar a redescubrir a
Dios.

Satanás intentó sembrar cizaña entre Job y Dios al
intentar que Job creyera que la forma de Dios de
gobernar al mundo no era justa ni buena. Satanás tuvo
que pedirle permiso a Dios para quitarle a Job su riqueza,
sus hijos y su salud. Estaba limitado en su actuar a lo que
Dios le permitiera.

Debemos aprender a reconocer y a no temer a los
ataques de Satanás ya que no puede exceder los límites
que Dios establece. No permitas que ninguna experiencia
abra una brecha entre ti y Dios.

Dios es omnisciente y omnipotente. Su voluntad es
perfecta aun cuando no siempre actúe en una forma que
podamos comprender. El sufrimiento de Job no tenía
sentido debido a que todos pensaban que la gente buena
debía prosperar. Cuando Job estaba al borde de la
desesperación, Dios le habló, mostrándole su gran poder
y sabiduría.

Aunque Dios está presente en todas partes, en momentos
nos puede parecer muy distante. Esto puede hacer que
nos sintamos solos y dudar de que se interese en
nosotros. Debemos servir a Dios por quién es Él, no por lo
que sintamos. Nunca es insensible a nuestro sufrimiento.
Porque Dios es suficiente debemos asirnos de Él.

Sólo Dios sabía el propósito detrás del sufrimiento de Job,
y aun así nunca se lo explicó a él. A pesar de eso, Job
nunca renunció a Dios, aun en medio del sufrimiento.
Nunca depositó su esperanza en su sabiduría,
experiencia, en sus amigos o en su riqueza. Siempre se
centró en Dios.

Job mostró la clase de confianza que debemos tener.
Cuando perdamos todas las cosas, debemos reconocer
que Dios es todo lo que realmente tenemos. No debemos
pretender que Dios nos explique todo. Él se nos da a sí
mismo, pero no nos da todos los detalles de sus planes.
Debemos recordar que esta vida, con todo su sufrimiento,
no es nuestro destino final.

LOS ÁRBOLES se quiebran como palillos de dientes o
vuelan hacia arriba, arrancados de la tierra. Techos
enteros navegan a la deriva, automóviles dan volteretas
como si fueran juguetes, paredes se derrumban y una
montaña de agua salta desde la playa y sepulta la tierra.
Un huracán corta y hace pedazos, y sólo los cimientos
sólidos sobreviven a su furia incontrolable. Pero esos
cimientos pueden usarse para la reconstrucción después
de la tormenta.
Para cualquier edificio, los cimientos son críticos. Deben
ser lo suficientemente profundos y sólidos para soportar
el peso del edificio y otras presiones. Las vidas son como

los edificios, y la calidad de sus cimientos determinará la
calidad del resto. Con demasiada frecuencia se usan
materiales de calidad inferior y, cuando vienen las
pruebas, la vida se desmorona.

Job fue probado. Con una vida llena de prestigio,
posesiones, y personas, de repente fue asaltado por
todos lados, devastado, desmantelado hasta sus
cimientos. Pero su vida estaba construida en Dios, y
resistió.

El libro de Job, cuenta la historia de Job, el hombre de
Dios. Es un drama interesante sobre la riqueza, perdida y
luego recuperción, un tratado teológico acerca del
sufrimiento y de la soberanía divina, y un ejemplo de fe
que perdura. Cuando leamos el libro de Job, analicemos
su vida y revisemos sus cimientos. Y quizás, cuando todo
haya desaparecido y sólo quede Dios, podamos decir: «Él
es suficiente».

Tres de los amigos de Job —Elifaz, Bildad y Zofar—
llegaron para visitarlo. Al principio se lamentan con Job
en silencio. Pero, cuando comienzan a hablar acerca de
las razones de las tragedias de Job, le dicen que el pecado
causó su sufrimiento y que debe confesar sus pecados y
volverse a Dios. Pero Job mantiene su inocencia.

Incapaces de convencerlo de su pecado, los tres hombres
permanecieron en silencio (32.1). En este punto, otra voz
—del joven Eliú— entró en el debate. A pesar de que su
argumento fracasó en convencer a Job, preparó el camino
para que Dios hablara.
Finalmente, Dios habló por medio de un torbellino.
Confrontado con el gran poder y majestad de Dios, Job
cayó, sin habla, en humilde reverencia ante Él. Dios
reprendió a los amigos de Job y el drama terminó con Job
que ha recuperado su felicidad y su riqueza.
Es muy fácil pensar que tenemos todas las respuestas. En
realidad, sólo Dios sabe exactamente por qué las cosas
suceden de un modo determinado, y debemos
someternos a Él como nuestro Soberano. Cuando leamos
este libro, imitemos a Job y decidamos confiar en Dios sin
importar lo que suceda.

Bibligrafía:
Biblia del Diario Vivir.
Comentario M. Henry.


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