DIOS CAMBIA A SAMUEL DE POSICIÓN EN EL SERVICIO

Rosa Mariscal

A Samuel le resultó “desagradable” la solicitud de los ancianos, de pedir un rey que gobernara a Israel. Parece evidente que el origen de su desagrado estaba en un sentimiento de rechazo. Según su propio juicio, él había llevado a cabo una buena labor de gestión, y ahora veía esa petición como un rechazo directo a todo lo logrado hasta ese momento. “Y oyó Samuel todas las palabras del pueblo, y las refirió en oídos de Jehová. Y Jehová dijo a Samuel: Oye su voz, y pon rey sobre ellos” (1 Sm.8:21,22)

Vamos a observar como llevó a cabo Samuel ésta difícil situación:

Ahora que el nombramiento de Saúl ha sido plenamente ratificado y reconocido, Samuel se da cuenta de que su propio papel ha cambiado. No es que eso signifique el fin de su ministerio. Sigue pudiendo oír a Dios y se mantiene activo como consejero de cuantos llegan a él para consultarle. Pero su función como juez y líder espiritual se ve desbancado por el nombramiento de Saúl como rey. Ha llegado, pues el momento de retirarse con tanta dignidad como le sea posible. El retiro les resulta muy duro a algunas personas, y renunciar al liderazgo puede ser una tarea difícil, sobre todo para los que han tenido el privilegio de liderar al pueblo de Dios. La noción que se tiene de que quienes están al servicio de Dios nunca se retiran puede llegar a convertirse en una excusa para no reconocer la necesidad de un cambio. A Samuel le era aún más difícil por no estar conforme con ese nuevo sistema que venía a implantarse. Aun así, no eludió su tarea. 

Samuel aprovecha esa última oportunidad que se le brinda para dirigirse a la nación en pleno. Su deseo era justificar y dejar clara su postura y advertir y animar al pueblo según necesidad. Es probablemente significativo que a partir de ese momento apenas si vuelve a dejarse ver por la corte. Su papel de consultor y consejero no supone tener que estar constantemente mirando por encima del hombro de Saúl. Suele ocurrir que la labor de más de un pastor o persona responsable dentro de una organización cristiana ve cómo su trabajo es estorbado por las ayudas, sin duda bien intencionadas, del anterior ocupante del puesto, que todavía se empeña en colaborar.  ¡Toda verdadera labor de consejería se basa en que se haya hecho demanda expresa de consejo y ayuda!

El discurso de Samuel al pueblo, bien merece un análisis detallado:

1.Reflexiones sobre una vida de servicio (12:1–5)¡Jubilado, no despedido!

Desde el inicio mismo de su discurso, Samuel deja bien claro que no ha sido cesado en el cargo. Había sido él quien, como líder de su pueblo, había escuchado su petición y había nombrado un rey. La referencia a su edad y a los muchos años dedicados a su servicio pudiera ser vista como una forma de justificar, tanto a sus propios ojos como de cara al pueblo, la idea de un cambio. La referencia a sus hijos es ambigua, aunque tal vez deliberada. 

2. Un testimonio inmaculado.

Como segundo punto, Samuel quería asegurarse de que su reputación no quedaba en entredicho. El hecho de que se retirara no era indicativo en modo alguno de un juicio o, menos aún, un castigo de parte de Dios. 

3. Un ejemplo a emular.

El historial de Samuel es realmente impresionante y sigue sirviendo como modelo para cualquier posible líder en toda época y lugar. Las preguntas que se hace a sí mismo podrían usarse como tests y metas para nuestro ministerio actual. ¿Se podría decir de alguno de nosotros que se ha aprovechado de su posición de alguna manera? ¿Hemos recurrido en algún momento al engaño en nuestras demandas? El temor a parecer vanidosos, no debería impedirnos evaluar con toda honestidad nuestros logros en la vida. En el caso que nos ocupa, era evidente que la valoración conjunta de Samuel se correspondía con la realidad. El pueblo estaba más que dispuesto a afirmar, e incluso a jurar, que Samuel nunca les había defraudado ni oprimido. Si en algún momento había habido algún problema con sus hijos nadie había dudado

4. Una mirada retrospectiva a la acción de Dios en el seno de Israel en el pasado (12:6–11)

Una vez debidamente zanjada la cuestión de su propia integridad, Samuel se dispone a ofrecer una panorámica histórica, colocando la petición del pueblo de tener rey en la debida perspectiva. La inclusión de repasos a la historia es algo común en el Antiguo Testamento, encontrándose ejemplos de ello también en el Nuevo. El sentimiento de unión con los que nos precedieron en el tiempo, y el convencimiento de los fuertes lazos que les ligaban al pasado era algo importante para los israelitas. Samuel quería recordarles que eran una parte de una continuada relación de Dios con su pueblo. Reflexionar acerca de lo que Dios había hecho por ellos en el pasado les capacitaría para vivir más adecuadamente en el presente y prepararse con fe para una acción futura. De nuevo, pues, una actitud digna de ser imitada.

5. Conociendo a Dios.

Samuel, tras haber puesto en claro su integridad, se dispone ahora a dar pruebas del continuo apoyo de Dios a su pueblo. Sus argumentos van a ser delante del SEÑOR (7). La historia que va a desplegar ante ellos no es producto de su invención, y no es algo para aceptar o rechazar según convenga. Les hace ver, pues, que el Dios del que les habla es el Dios que ayudó a Moisés y a Aarón a sacar a sus antepasados de Egipto, hecho tan crucial para ellos entonces como lo es para nosotros hoy: entender y reconocer cómo es su Dios, que es, asimismo, el nuestro. El Dios verdadero no es como los dioses de los pueblos circundantes, cuyo poder tan sólo podía manifestarse en áreas concretas y limitadas. Él es el Dios universalmente todopoderoso, capaz de redimir a su pueblo.

6. Fracaso y olvido, desesperanza y liberación.

La intención de Samuel de proporcionar prueba fehaciente de todos los hechos de justicia del SEÑOR que Él ha hecho por vosotros y por vuestros padres (7) parece haber sido superada por su deseo de hacerles ver hasta qué punto incurrieron en falta y pecado esos antepasados suyos. Sabemos por otra parte que los filisteos habían quedado visiblemente conmocionados por el rescate desde Egipto operado por su Dios; en cambio, sus antepasados israelitas olvidaron al SEÑOR su Dios (9), tanto su persona como sus hechos prodigiosos a favor de Israel. 7. Los problemas que tienen su origen en actitudes no van a resolverse por implantar nuevos sistemas (12:12-19

En todas las ocasiones en las que los israelitas se meten en líos y tienen que clamar al Señor, el problema no era que el sistema de gobierno mediante un líder no fuera adecuado, sino que se habían apartado de Dios. Por eso no pueden sentirse de nuevo tranquilos hasta que no se vuelvan a Dios clamando una vez más por su ayuda.  Samuel se encuentra ahí en un aprieto. Por una parte, está en total oposición a la decisión que se ha tomado y quiere que todo el pueblo sepa lo que piensa sobre ello. Pero, por otra, se da cuenta de que la decisión ya ha sido tomada, y su máxima preocupación ahora va a ser que las acciones que se emprendan sean las acertadas. 

8. Caudillo y acaudillados deben servir a Dios por igual

Ahora estaba Saúl al frente del pueblo, rey por el que habían clamado, y rey que el Señor había puesto sobre ellos. Lo crucial es que el pueblo entendiera que Dios era el que, en última instancia, ejercía el control. En tanto en cuanto siguieran viendo al rey como un representante de Dios, gobernando sobre ellos como pueblo de Dios, todo iría bien. La situación, en esencia, seguía siendo la misma de siempre. Rey y pueblo debían lealtad a Dios y, en la medida en que temieran al SEÑOR… sirviéndole y obedeciéndole sin rebelarse (14), nada malo ocurriría. Pero, si

 le volvían la espalda, entonces, con rey o sin rey, recibirían de mano de Dios idéntico castigo que sus antepasados. 

9. Los desacuerdos pueden llegar a extralimitarse

La reacción del pueblo lleva a Samuel a cambiar también él de actitud.  Le falta tiempo entonces para tranquilizar a la gente. Dios sigue considerándoles su pueblo elegido y, a pesar de su pecado, no va a rechazarles. Lo importante ahora es que se  

  Una vez más (21) Samuel enfatiza lo equivocado y falso de la idolatría, es total y absolutamente incompatible con su estatus como pueblo de Dios. Es como si Samuel, aun resistiéndose a ello, quisiera hacerles ver que servir a los ídolos les apartaría de Dios, no siendo así, en cambio, por servir a un rey. 

La implantación de una nueva forma de liderazgo o de un tipo de música distinto, o cualquier otro posible cambio que pueda producirse en el ámbito de lo religioso no va, de forma automática, ni a llevarnos más cerca de Dios ni a separarnos de Él. Tenemos que ser muy cautos para no caer en el error de hacer de nuestras preferencias el equivalente de lo requerido por Dios.

10. Samuel mantiene su compromiso

Ante esa petición de intercesión a su favor en oración no sea que mueran, Samuel se compromete no sólo a orar por ellos, sino también a instruirles en la mejor manera de vivir. El haberse apartado del liderazgo en primera persona no va a disminuir en modo alguno su compromiso con ellos. Su bienestar va a seguir siendo una prioridad para él. Si Dios quisiera acabar con el pueblo, junto con su rey, algo que podría llegar a suceder si persisten en hacer el mal, no será porque él no se haya esforzado por instruirles en el camino bueno y recto.

Samuel puede ser todo un ejemplo para aquellos que tengan que enfrentarse a problemas y situaciones similares, en las que, no queriendo estar donde se encuentran, sienten al mismo tiempo que es el auténtico punto de partida. 

Entonces, al igual que ahora, no era la capacidad de pronunciar grandes discursos, provocar tormentas o elevar eficaces oraciones lo que hacía de la persona un gran líder, sino la capacidad para lograr que las personas asuman sus propias responsabilidades y crezcan en el compromiso y en el conocimiento de Dios.


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